El siglo IV de la historia de Roma es un siglo donde las amenazas vividas a lo largo de la crisis del siglo III han terminado (o eso parecía) y todavía no se encontraba en la situación que lo llevó a la descomposición en el siglo V. No obstante, este siglo IV, en realidad, es un periodo en el que Roma vivió en una constante crisis: usurpaciones por doquier, amenazas externas, duros conflictos en el Rin y en el Danubio. Su frontera oriental estaba amenazada por la Persia Sasánida dirigida por unos de sus reyes más belicosos y exitosos: Shapor II. Toda esta situación hacía que Roma viviera en una situación de crisis. Esta crisis también produjo una serie de importantes novedades: un gobierno formado por cuatro emperadores (la “tetrarquia”); una nueva dinastía creada por Constantino; el auge del cristianismo; el intento de volver al paganismo por Juliano el Apóstata.