Todos pensaban que acabarían juntos. La vida tenía otros planes.
De la autora de Eleanor & Park, llega una tierna y luminosa novela sobre un amor tan verdadero que se niega a ser olvidado. Durante su adolescencia en Omaha, Shiloh solo podía pensar en huir. Al menos tenía a Cary. Cary, que la aguantaba. Cary, que la hacía reír. Cary, que a los dieciséis años parecía un bicho palo y ya conducía el coche hecho polvo de su madre. Él lo tenía todavía peor que Shiloh. Solo su amistad hizo que acabara el instituto, y cuando Shiloh se fue a la universidad, Cary se alistó en la Marina. Eso fue hace una eternidad. Ahora Shiloh tiene treinta y tres y se siente igual de atrapada. Ha vuelto a vivir en la casa en la que creció. Trabaja en un teatro, pero no sobre el escenario, como había soñado. Y está divorciada y criando sola a sus hijos, exactamente igual que su madre (aunque sin su carrusel interminable de novios).
Cuando Mikey, el único amigo del instituto con el que todavía habla, la invita a su boda, lo último que le apetece es ponerse al día con su antiguo grupo. Pero se compra un vestido, se maquilla un poco y se pone una chaqueta vaquera porque todo en lo que puede pensar es en si Cary estará allí. ¿Querrá hablar con ella? ¿Después de todo lo que pasó? La respuesta es sí. Y sí. Y sí. Bailar lento es la historia de dos chavales que se enamoraron antes de saber lo suficiente sobre el amor como para poder reconocerlo. Dos amigos que lo perdieron todo. Dos adultos que se sienten a la deriva. Es la historia de Shiloh y Cary intentando encontrar el camino de vuelta al punto de partida.