Keith Stapperpfenning, protagonista de Un cuento chino, lleva diez días escondido debajo de su escritorio. Sus hermanos lo han designado para que acompañe al abuelo en un viaje a China, destino elegido por el anciano para celebrar su ochenta cumpleaños. Keith no está de acuerdo con la elección del viejo pero tampoco logra convencerle para cambiar de destino; al fin, tras pulirse una importante suma de dinero que ha recibido de sus hermanos para realizar el viaje, Keith desaparece y deja que el anciano se las arregle solo. Pero el azar descabala sus planes: un internista le llama por teléfono desde las montañas del Westerwald para que vaya a reconocer el cadáver de su abuelo. Mientras, cobijado en su escritorio, Keith Stapperpfenning escribe a sus hermanos cartas hilarantes desde China.