«La Señora Madre ha muerto, hacía tiempo que la tenía olvidada, su fin me la devuelve a la memoria, aunque sólo sea por unas horas, meditemos sobre ello antes de que caiga otra vez en los pozos del olvido. Me pregunto si la quiero y me veo forzado a responder: No».
Vivía por cortesía hacia sus padres, dice Dimitrijevic, su editor. No se suicidaba por atención a ellos. La madre, la Señora Madre, murió en 1963, y entonces Caraco escribió Post Mortem. El lenguaje amoroso suele ser solitario, dolido, irritado, religioso, imprevisiblemente feliz, un cruce de disgusto y veneración, celos y comunión, desesperación y consuelo.