La adicción de Cervantes a la lectura le empujaba a leer incluso los «papeles rotos de las calles». Y papeles rotos es una estupenda descripción de la poesía lírica. La poesía española del siglo xx ofrece aún instancias similares de inmanencia residual: papeles rotos en figuras tenaces. La tenacidad de sus imágenes convierte a la escritura de Vallejo, Cernuda, Valente o García Valdés en el escenario para verificar la supervivencia diacrónica de una antigua gestualidad figural, desencadenada en la lírica renacentista (Garcilaso, San Juan).