Valencia está cambiando. En tan sólo unos años ha pasado de ser una ciudad de paso a una urbe vibrante. Museos a la última, actividades culturales, conciertos, centros de negocios y una nueva filosofía de entender la gastronomía más tradicional. La capital de la Comunidad Valenciana es romana, árabe, gótica, modernista y vanguardia pura.
A lo largo de su historia son muchas las invasiones que ha tenido que sufrir Valencia. Desde que los romanos se dieron cuenta de su enorme potencial estratégico, a orillas del Mediterráneo, la ciudad ha aguantado lo suyo, aunque siempre ha salido victoriosa del trance. ¿Siempre? En los albores del siglo XXI está a punto de sucumbir ante una nueva horda de invasores: los turistas. Y es que en la década de los ochenta, la Generalitat se puso a darle vueltas a la idea de sacar partido a su privilegiada ubicación y aprovechar el paso veraniego de cientos, miles, de visitantes para algo más cultural que tostarse al sol. El plan fue convertir un espacio degradado al final de los Jardines del Turia en un centro multiuso dedicado al ocio y la investigación.
La Ciudad de las Artes y las Ciencias ha permitido revitalizar una zona antes deprimida donde las chabolas han sido sustituidas por centros comerciales. En este extremo del antiguo cauce del Turia ha vuelto la vida para impulsar de forma activa la renovación de todo el trayecto verde.