Con una acertada pirotecnia para aislar destellos, para hallar el hito emocional que hay en una pantalla de TV apagada o en un excremento de infancia, para soltar memoria y por ello mismo dejar espacio para ganar otra, trabaja con un material de poda: donde otros verian "basura esparcida al azar", Anton Reixa nos ofrece una red que nos deslumbra por su aparente rotura y simultanea coherencia.